Keisy. ¡Qué chica poderosa! De chica era tan feliz, se la veía todo el tiempo alegre, activa, emocionada por los pequeños momentos que le ofrecía la vida.
Se juntaba todo el tiempo con los chicos que vivían en su barrio; por eso es que le terminó por gustar el fútbol y juntarse con ellos, aunque eran un poco jodones.
No tenía miedo a nada, siempre dispuesta y alegre iba a todos lados. Algunas personas acababan diciendo que era un corazón con patas.
Pasaron los años y ella seguía siendo así, aunque un poco más enamoradiza, como cualquier niña inocente.
Tuvo su primer beso y fue como estar navegando en una fuente celeste y con agua clara como el cristal, la cual corría velozmente por la caída de tobogán en espiral que tenía la fuente. Fue novia de ese chico de su primer beso, encantador, con alma de músico y scout, siempre atento hacia ella y presente, aunque no duró más de 2 meses porque ella seguía en su mente de niña.
Pese a las decepciones que vivió en su infancia, a los 15 años tuvo su segundo novio, que ya habían estado hablando desde hace un año. Duraron casi un año, con millones de momentos. Keisy estaba perdidamente enamorada de él, no veía a nadie más y siempre cedía porque él lo era todo para ella, pero ella para él no. Se decepcionó mucho y se dejaron, o fue decisión de él acabar de esa forma.
Siguió así un año más y conoció a un chico, pero esta vez empezó a tener sus primeros miedos. Miedo a enamorarse, amar y confiar demasiado rápido fueron los primeros en aparecer. Pero aún así lo hizo. Empezó por un beso, siguió diciendo "te quiero" y terminó diciendo "te amo". Ese miedo siguió incrementándose cuando pensaba que todo había pasado tan rápido y que iba a terminar mal. Mucho no se equivocó. Más peleas, más lágrimas... las ganas de seguir disminuían.
Hasta que un día pasó. La niña tierna, adorable, carismática y alegre se fue perdiendo hasta que ya no quedó nada de ella. Esa chica había desaparecido sin que ella misma se de cuenta. Pensaba constantemente en los errores que había cometido en su primer noviazgo y a lo largo de su adolescencia, y ya no pudo aguantar más. La chica que una vez se veía y era fuerte ya no está. Ahora es un manojo de miedos, desiluciones, tristezas, pensamientos suicidas que nadie puede controlar. Todas las personas que juraron estar allí para ella en todo momento se fueron yendo, dejándola sola a la deriva, viendo cómo se hacía daño y caía, mirándola de brazos cruzados cuando ella pedía a gritos que alguien la ayude. Hace tiempo venía sintiéndose invisible, pero jamás llegó a caer tan bajo como esto. Las palabras ya no funcionaban; las personas se conformaban con ver una sonrisa en su rostro cuando no sabían que constantemente pedía que alguien la ayude y esté con ella: sólo podía verse en su mirada triste y desolada. Ella quería salir de ese pozo profundo, pero no sabía cómo; cada vez que intentaba escalar, se resbalaba.
Nadie la ayudaba y cuando ella lo pedía, le decían "todo depende de vos" como si fuera fácil atravesar aquello. Ya había perdido todo el peso y la navaja la atormentaba cada noche aunque ella intentó hacerlo, pero no pudo.
Sólo quería dejar de sufrir, alguien que esté con ella. Perdió todo, hasta a ella misma.
Y nunca más se encontró.